Page 13 - La voluntad de la tierra
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La voz de los poetas 13
La poesía ha aprendido a ponerse de pie cada vez que necesi-
ta curarse las heridas. Sabe afirmarse contra unos dioses y unos
vientos que se negaban a aprender los idiomas humanos. Por eso,
la esperanza es inseparable de la memoria, y el deseo de avanzar
no puede olvidarse de los instintos de pertenencia. La poesía,
como las lenguas maternas, se niega a que la voluntad de progre-
so universal implique una homogeneización que borre de forma
prepotente la diversidad de la vida. La poesía no quiere que se
impongan las prisas del olvido. La poesía tampoco quiere que el
progreso de la ciencia y la técnica se quede sin raíces humanas,
desembocando en una dinámica dispuesta a destruir el planeta.
Por eso, la poesía defiende un progreso que le devuelva la palabra
a la naturaleza, al sentido del sol y la luna, de las lluvias y las
sequías, del fuego y el aire. La poesía guarda los cuentos de los
padres y los abuelos, de las madres y las abuelas, y los estribillos
de la existencia en común, porque sabe que el origen de la auto-
ridad es la defensa de la vida, como la razón de las comunidades
es la necesidad de cuidar y ser cuidados frente a los peligros de la
intemperie. El ser humano aprendió a hablar porque se negó a
desaparecer, encendió una hoguera para sentarse a compartir los
recuerdos y las imaginaciones.
Una lengua hegemónica como el español, la segunda por nú-
mero de hablantes nativos en el mundo, busca convivir con otras
lenguas maternas, respetar las lenguas no hegemónicas y com-
partir sus culturas y su memoria. No conozco mejor respuesta al
mundo olvidadizo e irrespetuoso que la voz de los poetas, que
huye del imperialismo para sentirse viva y real en cualquier claro
del bosque.
Luis García Montero
Director del Instituto Cervantes